Cuántas veces, en casa con nuestros hijos tratamos de que dejen de hacer algo que nos molesta, pedimos favores…. pero parecemos no conseguirlo reaccionando con gritos, “malos gestos” o en una espiral de enfado progresivo que no fomenta una comunicación eficaz.  Y en estos tiempos de pandemia y de mayor tiempo en casa, la comunicación en familia en muchos casos ha empeorado. Pero ¿se puede educar sin gritar? ¿Cómo debemos hablar para que nuestros hijos nos escuchen?  Y además mejorar la comunicación entre los miembros, evitar enfados, expresar nuestras necesidades sin herir al otro, etc.

Esta herramienta que os propongo hoy es capaz de eso y de más cosas. Hace referencia a un concepto proveniente de la psicología y la comunicación eficaz llamado  feedback positivo. En el medio familiar, supone realizar un acuerdo previo entre todos, padres e hijos, sobre cómo nos vamos a decir las cosas a partir de ahora. Pero somos los padres los que debemos dar ejemplo y ser modelo. Muchas veces, tampoco escuchamos a nuestros hijos de forma activa. ¿Cómo hablar con nuestros hijos para que nos escuchen y aprender a escuchar? Aquí están las las “reglas del juego” de la comunicación en familia:

El que da feedback:

  • Expresa lo que necesita o le molesta.
  • Busca mejorar la relación con el  otro.
  • No eleva la voz, mantiene el contacto visual y elige palabras no ofensivas
  • Utiliza esta estructura:
    • Has hecho X.
    • Esa acción ha provocado Y.
    • y yo (u otra persona) me he sentido así: Z
  • No se molesta si la otra persona no cambia su comportamiento (no tiene la obligación de aceptar lo que le digo).
  • Si lo cree necesario, vuelve a decírselo otra vez.

El que lo recibe:

  • El feedback no pretende herir, sino que mejore en algo concreto
  • Escucha sin interrumpir.
  • No “ataca” a quién le habla.
  • El feedback es un regalo: doy las gracias y respondo con mensajes como:
    • ” no sabía que te hiciera esto sentirte así; intentaré cambiar…”.
    • “Tendré en cuenta que algo de lo que he hecho te ha molestado de alguna forma”

Si tanto padres como hijos practicamos este feedback constructivo, podemos conseguir varios beneficios:

  • Cambiar la cultura de “broncas” por otra de respeto y diálogo.
  • Cultivar nuestra capacidad para escuchar de forma activa (es una habilidad)
  • Reducir los niveles de estrés familiar y frustración.
  • Incrementar las oportunidades de éxito en la corrección de comportamientos “irritantes”.
  • Aumentar nuestro autocontrol y empatía.
  • Ayudar, especialmente a los niños, en su capacidad de ser asertivos y su valentía para afrontar de forma positiva situaciones de conflicto: no huir de los problemas.
Niños podium

¿Crees posible aplicarlo? Lo importante para que funcione es que tú lo creas. Pero déjame que te cuente un par de experiencias:

A nivel corporativo, aplicando este esquema a las relaciones dentro de una gran empresa, se consiguió una mejora sostenida del 80%  (media de 3.000 empleados) en la valoración de las relaciones dentro del equipo.

En el ámbito familiar, tras un periodo de lógica adaptación y práctica de esta forma de comunicación, tenemos muchísimos ejemplos de cómo esto ha influido positivamente en el clima de familias que estaban incluso rotas por dentro.