Reconocer que no podemos llegar a todo pero somos maravillosamente imperfectas. «Espantar» culpas para reconciliarnos con nosotras mismas
Hoy he sentido la necesidad de reflexionar sobre lo que implica SER MADRE en una sociedad en la que las mujeres hemos de desempeñar con gran proeza numerosos roles y papeles: obligaciones del hogar, cuidado de los hijos, trabajo profesional, sostener nuestra relación de pareja, cuidar a nuestros padres…Y se supone que debemos sentirnos felices y satisfechas en todo momento.
Está claro que toda mujer y toda madre tiene derecho a elegir lo que es bueno para ella. Se pueden encontrar buenas madres en la oficina y en el parque. ¡Todas estamos juntas en esto! Pero muchas veces, responder al “cuadro completo” que hemos de “pintar” con ternura, comprensión, amor, rapidez, dedicación, tiempo y eficacia, es realmente difícil, y aunque Ser Madre es algo natural y maravilloso, no siempre se puede sentir la “Alegría de la Maternidad”.
Como ser “imperfecto” que eres, ama y acepta tus propios tropiezos y errores en el viaje de la maternidad, y ten presente, que para cuidar a tu familia con cariño y eficacia, respondiendo a sus necesidades, debes tomarte tiempo para atender tus propias necesidades.
Unprincipio básico de la psicología es que “debes llenarte para dar; sólo podemos dar lo que hemos recibido”. Así que, ¡madres!: cuidaros, quereros y recordad que a veces hay que pararse en el camino para llegar al final.
Os dedico por tanto, estos CONSEJOS (no me gusta mucho esta palabra ni dar consejos) u ORIENTACIONES para madres ocupadas, estresadas, confusas, agotadas… y maravillosamente imperfectas (como todas) que intentan día a día ser la mejor madre que pueden ser. Allá van…:
- Confía en tu propio instinto para conocer lo que conviene a tu familia. Tú conoces a tus hijos mejor que nadie. Ignora los consejos críticos de los “bienintencionados” intrusos.
- Resiste la tentación constante de compararte con otras madres. Tienes todo cuanto necesitas para ser una madre estupenda.
- Proponte dar y recibir más abrazos, besos y caricias.Los niños necesitan caricias y las madres también. ¡Pídelas!.
- Modera tu deseo de controlar todas las posibles consecuencias de los actos de tus hijos, evitar las “adversidades” o dolores que les traerá la vida; intervenir en todo momento. Acepta la autonomía, la resistencia, la rebelión, el dolor de tus hijos mientras su seguridad personal no esté en peligro.
- No vincules tu valor personal al comportamiento de tus hijos. No es verdad que “a mala conducta, mala madre; a buena conducta, buena madre”.
- Dedica un tiempo especial y único a cada miembro de la familia. No hay que hacer todo siempre juntos. Te llenarás tú y cada uno de tus hijos en esos ratitos exclusivos de intimidad.
- Cada etapa evolutiva es distinta. Unas madres son expertas en bebés, otras son buenas guías para adolescentes… Acepta que puedes ser diferente madre en cada momento vital y personal.
- Cuando la presión y las demandas sientas que son “excesivas”, sal fuera un ratito, cuenta hasta diez (o hasta cien) y retoma el asunto.
- Expresa claramente tus necesidades. Reparte equitativamente las tareas domésticas. Cada hijo debe hacer algo adaptado a su edad. Te sorprenderá lo divertido que puede ser para un niño batir huevos, poner la mesa o la pastilla al lavavajillas.
- Reserva tiempo para tu pareja. Tened tiempo para estar juntos y disfrutar solos. Expresa a tu pareja también tus necesidades. Beneficiará a tus hijos que seas feliz en este aspecto.
- Concédete “Días de lujo”: un buen masaje, una buena manicura, ir al spa… y goza de los placeres de la vida: un buen bollo, un trozo de chocolate (aunque vayan directo al culo), una siestecita y ¿por qué no? un par de zapatos nuevos.
- No pierdas tus amistades y tus buenas amigas. Sal con ellas y diviértete.
- Resiste la tentación de rellenar tus días con miles de trabajos extra, compromisos…Busca tiempo para soñar despierta, leer, pasear… y tener momentos de soledad.
- Enseña a tus hijos a distinguir entre capricho y necesidad, y el valor de las cosas pequeñas, las sorpresas de cada día… disfruta de esto tú también.
Acoge la maternidad como un privilegio y tu familia como un regalo, aunque haya días difíciles de soportar en los que desaparezca tu buen humor y se derrumbe tu paciencia.
Pero ante todo, cuida tu autoestima y tu salud mental. No olvides llenarte de cosas buenas para dárselas a tus hijos.