La memoria no goza de buena prensa. Aprender de memoria se ha convertido en un ejercicio fastidioso y en las escuelas ya no resulta pedagógico aprender listas enormes de provincias o ríos. Sin embargo, el hombre es una memoria integrada. Desde la concepción, nacemos con una memoria genética y nuestras células han recibido cientos de datos memorizados que están en nuestro cuerpo y cerebro. Y gracias a esta «memoria» aprendemos a hablar, estar de pie, o a andar, a escribir…y los aparatos perceptivo-sensoriales recogen datos del entorno y los envían constantemente a nuestras células.

Es una maquinaria prodigiosa que sumerge al niño desde que nace en un gran «universo». Por esto, la memoria no es un freno ni un obstáculo, sino un fantástico instrumento de apertura al mundo y al conocimiento. El centro regulador de la memoria es el cerebro que es como una inmensa computadora de 15 millones de células. Pero todavía desconocemos su capacidad o no sabemos cómo «sacarle» el máximo rendimiento. Pero lo bueno es que sí sabemos sus reglas de funcionamiento.

Cuando un niño se pone a «trabajar» su cerebro tiene un momento de máximo rendimiento durante veinte minutos y luego tiene dos periodos de menor intensidad de duración de diez minutos cada uno. Entra en relajación 10 minutos y vuelve a iniciar un ciclo de 50 minutos.

El cerebro necesita hacer una parada para enlazar y distribuir toda la información que ha recogido. Por tanto, en el primer periodo el niño puede sumergirse en el texto, leer en silencio y asimilar la información que contiene. Las dos fases siguientes de diez minutos deberían estar dedicadas a volver a leer el texto en silencio y luego en voz alta. APRENDER EN VOZ ALTA y FUERTE ayuda a la recarga cortical del cerebro y asegura la memoria porque se verbaliza lo que se ha leído Luego, el cerebro debe descansar haciendo una tarea distinta: ejercicios prácticos por ejemplo.

La facultad de concentración del cerebro aumenta con la edad. El neuro-ritmo de un estudiante de Secundaria se compone de cuatro periodos pero la fase de concentración alta puede llegar a durar veinte o 30 minutos y necesitar después el periodo de repaso con lectura en voz alta de 20 minutos para pasar a un tiempo de descanso realizando una actividad completamente distinta.

Pensando

Si no seguimos este esquema, nuestra memoria queda afectada o nuestro estudio se convierte en un conglomerado de datos «imposible» de relacionar entre sí, sino ideas sueltas ya que el cerebro se salta involuntariamente ciertos fragmentos o partes en los momentos en los que «naturalmente» decide descansar y se «cierra». En estos momentos, no puede aprender ni memorizar nada.

Por ello, en niños de PRIMARIA se debe tener en cuenta el ritmo de 10-15 minutos intensos, 10 mntos de repaso con lectura en voz alta y 10 de cambio de actividad seguidos de 10 minutos de reposo para posteriormente iniciar este ritmo o secuencia.

En alumnos de SECUNDARIA se dedicarán 30 minutos intensos, 20 minutos de repaso y lectura en voz alta y 10 minutos de actividades diferentes seguidos de un breve reposo para volver a retomar el estudio. Por supuesto que hay alumnos que pueden superar estos tiempos, pero no se debe nunca alterar el neuro-ritmo o secuencia de trabajo.

Nuestro cerebro es prodigioso pero tiene sus ritmos: se conecta intensamente, necesita volcarse en una semi-actividad y después como todo gran corredor, respirar y recuperarse para seguir la carrera.