Lo primero es qué os parece este anuncio que ha propuesto Unicef Chile

https://www.youtube.com/watch?v=DJmmtAFHxFo

«Conocer a alguien diferente es una gran oportunidad para vivir experiencias valiosas. ¡Digamos sí a la integración!», señala Unicef en la descripción del vídeo, un spot que se ha convertido en un acontecimiento mediático en América Latina.

«No pierdas la oportunidad de aceptar a alguien distinto, no pierdas la oportunidad de que te cambien la vida». Ese es el lema bajo el que Unicef Chile acaba de lanzar una campaña contra el acoso escolar que está causando un importante interés en las redes sociales, pero también un revuelo notable.

Con casi tres millones de visitas en Facebook, el vídeo muestra a un niño extraterrestre que llega al colegio y se encuentra con la incomprensión y las burlas de sus compañeros. Le tiran papeles, le escupen, lo dejan solo en la biblioteca, hacen pintadas de burla en la pizarra… Todo un acoso escolar sostenido que se detiene cuando el pequeño empieza a hacer magia, obra de sus súper poderes, y los demás estudiantes se dan cuenta de lo atractivo que puede ser un compañero diferente.

Sin embargo, el anuncio está cosechando comentarios encontrados. Desde los que dicen que la elección de un niño «reptiliano» es «100% acertada» para hablar de diferencias sin marcar a un niño por su raza, religión o características físicas, a los que sostienen que es contraproducente porque da a entender que «los niños con necesidades educativas especiales son algo raro o de otro mundo». Hay quien no entiende directamente la campaña, quien afirma que el mensaje es «ambiguo» y quien lo aplaude. «Bien, todos somos marcianos», dice un tuitero.

acoso

El problema, en muchos casos, es que ese niño acosado difícilmente puede sorprender con otras habilidades a los demás. No hace magia, ni juega bien al futlbol, los resultados en clase tampoco son brillantes. ¿Qué hacemos entonces? Por eso no creo que se trate de encontrar habilidades «ocultas» sino de respetar su diferencia, y eso si que es difícil educar, y sólo lo puede hacer alguien, un profesor, que tenga interiorizadas esas actitudes.