Imagen neneLa mayoría de las personas con TDAH se diagnostican en la etapa infantil pero muchos reciben este diagnóstico al llegar a la adolescencia. Las características «típicas» del TDA se complican con las propias características de esta etapa: dispersión, impulsividad, conductas «desafiantes» y oposicionistas, mentiras, olvidos….

Los síntomas de «alarma» para poder pensar en un posible TDA suelen ser bajo rendimiento escolar y/o fracaso escolar, tendencia a la distracción en las actividades habituales, falta de organización en las tareas, descuidos y negligencias, aburrimiento, ansiedad, baja autoestima, cambios de humor, exceso de movimiento, problemas de relaciones con los demás, tendencia a adicciones comportamentales (Internet, videojuegos, redes sociales…)..

Incluso los alumnos que tienen un nivel intelectual alto, si padecen este trastorno, presentan una historia continua de sobreesfuerzo constante para mantener su rendimiento escolar sin siempre conseguirlo.

El TDAh en la adolescencia se diferencia del TDAH Infantil en su sintomatología. La hiperactividad y excesiva inquietud motora suelen ceder notablemente (aunque quedan rasgos de necesidad de levantarse, mover las piernas, cambiar de postura…) y predominan las dificultades atencionales, las dificultades de organización de tareas, falta de planificación del tiempo de estudio y trabajo, tendencia a cometer errores en las tareas, mala expresión escrita, dificultad para retener y comprender lo leido..… En los niños que han sido impulsivos de pequeños, persiste ésta igualmente y les afecta a nivel no solo cognitivo, sino en lo afectivo (explosiones de mal genio, cambios de humor) y en el área social al dificultar su integración y adaptación social en un periodo en que sentirse aceptadp por el grupo de iguales es clave para el bienestar emocional y personal.

Los aspectos «comórbidos» de la etapa escolar se pueden mantener o incluso haberse agravado si no se ha intervenido adecuadamente. Uno de ellos son las Dificultades de Aprendizaje: dislexia, deficiente comprensión lectora, baja velocidad lectora, disortografía, mala expresión escrita, falta de método de estudio, etc que afectan al rendimiento escolar.

También son comunes en adolescentes la presencia de problemas afectivos como trastornos por ansiedad, trastornos de conducta en el medio escolar y familiar y rasgos depresivos (inestabilidad emocional, apatía y desmotivación, problemas de sueño..).

La comorbilidad de este trastorno, es decir, los aspectos asociados, dificulta el diagnóstico, ya que estos síntomas se solapan y enmascaran al propio TDAH. Muchas veces la falta de atención, el bajo rendimiento escolar o los problemas de tipo conductual y emocional, se explican por vagancia, inmadurez, oposición, rebeldía… o porque el adolescente está pasando una mala «época» que con paciencia y tiempo se solucionarán.

El riesgo de no intervenir a tiempo, es que estos problemas se pueden «cronificar» y llevarnos a un pronóstico menos favorable.

Por lo tanto, si se observan rasgos de falta de atención, organización, impulsividad y problemas para mantener un adecuado rendimiento escolar, se ha de pensar en la posible existencia de un TDA y realizar una valoración Neuropsicológica que confirme o no este diagnóstico. Normalmente en la historia evolutiva y escolar de los adolescentes TDA, siempre se han observado las características conductuales de este trastorno, pero han podido ser compensadas en la etapa escolar con ayuda de la familia, buen nivel cognitivo, recursos personales , apoyo escolar, cambios de colegio…. Pero al llegar a la etapa de Secundaria, en la que aumenta la complejidad de los contenidos, estos alumnos ya no pueden compensar sus déficits.

Suele ser necesaria una intervención global que conlleve abordaje farmacológico, tratamiento psicopedagógico y apoyo emocional si es necesario.